Cada niño presenta una situación distinta. Cuando un trastorno ya está instalado, es difícil revertirlo y los progresos son muy lentos, con gran sufrimiento familiar. Antes de que se consolide el problema, especialmente antes de los dos años, se puede dar cuenta de signos que permiten detectar cuestiones en la estructuración psíquica, investigar la causa y elaborar estrategias que permitan, tal vez, cambiar la historia. El término problema -en lugar de trastorno- ofrece mayor funcionalidad cuando los niños están presentando las dificultades y con la detección precoz de los signos se pueden elaborar estrategias para lograr el apego. Hablar tempranamente de Trastorno Generalizado del Desarrollo (TGD) o Trastorno del Espectro Autista (TEA) implica cargar al ni?o con diagnósticos que hablan de pronósticos muy difíciles de esquivar, clausurándose los caminos que deben transitarse para buscar un entramado original.

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